Regálame una caricia de sauce.
Regálame ese calorcito de tus dedos,
caliéntame un abrazo y sírvete con él sobre yo.
Escoge algún momento libre de perturbaciones,
pidamos que nos envuelvan con él y luego cenemos,
con el teléfono en el congelador y como única conversación
la que mantengan nuestros ojos en una algazara silenciosa.
Agraviemos al tiempo cerrándole la puerta,
y asfixiemos al fenix de mi pesimismo
en el agua de tus labios y los míos,
así tardará más en reencenderse.
Y luego cenemos...
cenémonos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario