viernes, 10 de diciembre de 2010

0226

Esa mujer llegó vestida de tristeza, cubierta de una tristeza que arropaba a otra tristeza que le tristeaba el cuerpo. Tristeando me preguntó si no estaba yo en otra parte, a lo que respondí que estaba en mi tristeza pero en ninguna otra. Entonces esa triste subió las escaleras y yo seguí tristeando con la luna y mi balsa de aceite.

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