Acompáñame soledad, muéstrame tus secretos.
Extiéndete sobre mi cuerpo, fornícame.
Soledad, repulsa de los amantes,
que incluso a ti soledad
te comparten, aniquilándote.
Hasta que renaces en algún lugar
cerca de mis ojos,
probablemente a dos o tres centímetros
sobre mi entrecejo
en donde siento una breve punzada antes
de que florezcan tus flores de
fuego frío y me abracen...
y me abrasen.
Hola, Ocuído.
ResponderEliminarMuchas gracias por la visita al blog; es de agradecer el poder contar con tu opinión.
Me gusta tu poema. Repulsa de los amantes, pero también remanso de paz, fuente de verdades olvidadas, eco vacío, placer de la nada, cero. Sol-edad, edad del Sol, hora del autoconocimiento.
Precioso tu poema, de verdad.
Un saludo.