El delicioso mar de aromas en tus cabellos, donde puede mi nariz hundir una parte de su olfato para extraer los más sencillos, sutiles, infantiles placeres, antes de iniciar un descenso exploratorio hacia
Ese delicioso espacio entre tu sien y la parte trasera superior de tu oreja, en donde mi lengua curiosa encuentra lugar de reposo mientras acaricia varias veces antes de iniciar la caída hacia
Esa deliciosa mandíbula tuya, donde los besos pueden provocar temblores subcutáneos que se extiendan hacia las capas tectónicas que controlan el movimiento de tu piel en
Ese delicioso desierto poético que vive en tu abdomen, en cuyas dunas o planicies (dependiendo de la posición corporal que se le ocurra a tu ser en el momento) puede mi boca practicar lúdicos desplazamientos que armonizarían fácilmente con una Impromptu Fantasía Op. 66 de Chopin mientras tus piernas bailan una abstracción horizontal invertida del cancán en cámara lenta y agitan
Ese delicioso sistema solar que se esconde al interior de la galaxia en espiral de tu pubis , desde donde puedo provocar explosiones interestelares similares al Big Bang cuya fuerza y magnitud recorra y ponga a temblar durante un infinito instante a todo tu delicioso universo.
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